Subí hasta la sección de misterio y cogí el que primero me llamó la atención. Bajé hasta el mostrador y me lo llevé a casa, por el camino fui pensando qué haría de cena.
Hoy a vuelto a venir. Esa chica tan guapa. Ojalá tuviera valor para decirle aunque sea hola, pero es verla y todos mis sentidos se desactivan. Realmente me gusta y por los libros que se lleva tiene un gusto exquisito. Le encanta la poesía, la psicología y el misterio, sin olvidar el amor trágico. Quiero engatusarla, pero no se me ocurre nada y cada vez que le hecho valentía y decido hablarle toda la fuerza me abandona, sale de mí a una velocidad vertiginosa. Puede que haga lo que llevo maquinando en mi interior durante un par de semanas. Le dejaré poemas, lo más bellos en la sección donde vaya a escoger un libro. Lo dejaré entre las páginas de alguno para que sobresalga y le llame la atención.
Nuevo día, nuevo libro, nuevo acompañante, nuevo viaje hacia otro mundo. La gente dice que si no me siento sola, que si no siento la necesidad de la compañía de otro ser humano y la verdad es que, la mayoría de las veces no. Me siento bien así, además, es difícil encontrar a alguien que se sienta o tenga las mismas aficiones que tú. Voy otra vez a la sección de misterio. Mis ojos se van posando en los títulos y encuentro una nota de color naranja que sobresale de un libro. Por pura curiosidad la cojo y empiezo a leer. Es un poema precioso, uno de mis favoritos. Sin pensármelo dos veces, quizá por instinto, me llevo el libro.
Se lo ha llevado. Mi plan está saliendo a la perfección. Mañana le pondré otro igual de hermoso y al final del poema su nombre, para que vea que no es casualidad y cuando reúna las fuerzas posibles y lleve varios poemas la citaré, quedaré con ella y le diré mi amor. Ojalá que ese día llegue pronto y que las fuerzas no me abandonen. Esta vez tiene que salir bien.
El libro a sido exquisito y aún sigo pensando quién copió ese poema. Tiene mis mismos gustos. Sé que me estoy obsesionando pero no puedo olvidarlo. Vuelvo a la sección de misterio y en el estante más bajo veo que sobresale otra nota, esta vez de color verde. Vuelvo a cogerla, muriendo de curiosidad por ver qué hay esta vez y es otro poema tan bello como el anterior. En la esquina veo que pone mi nombre y eso me descoloca. Sea quien sea que los escribe lo está haciendo para mí pero, ¿cómo sabe cuáles son mis poemas favoritos? Aquí nadie me conoce, si no de vista y no comento con nadie mis aficiones. Es extraño pero creo que sea quien sea pretende cortejarme. Siento una gran curiosidad por saber quién es.
Ha bajado extrañada pero con una sonrisa. Funciona, sí, no tengo duda alguna. Dos o tres notas más y llegó el momento de citarla. Espero que no me rechace. Es como mi alma gemela. Somos solitarios y con los mismos gustos. Es increíble.
Ya van cinco notas, todas con mi nombre, dirigidas a mí. Es alucinante. Por más que intento averiguar quién es no consigo nada. Me como la cabeza todos los días pensando en ese ser misterioso que me escribe y que con sólo un verso me hace enloquecer. Estoy deseando conocer a este hombre, no aguanto más.
Ha llegado el día. Le he dejado la nota, sólo espero que aparezca, que la lea y que vaya. La he citado en el parque, justo en el banco que está delante de la fuente a las siete de la tarde, cuando el Sol está desapareciendo y es precioso. He comprado flores y bombones, con uno de sus poemas, el que más le gusta, hasta me lo he aprendido.Estoy muy nervioso. Ahí está. Hoy está especialmente bella.
Me dirijo temblorosa hacia la sección rezando a Dios para que mi caballero andante me diga que quiere conocerme. Qué nervios. Veo que una nota lila sobresale. Mi color favorito. Leo la nota despacio, sin prisas y mis súplicas se han hecho realidad. Hemos quedado. A las siete, en el parque, en el banco que está justo delante de la fuente. Tengo que irme, debo prepararme para conocer a mi hombre, al hombre con el que estaré toda mi vida.
Son las seis y media y estoy listo. Nervioso pero listo. Tengo las flores, los bombones, el poema, el Sol me ayuda bastante, el sonido relajante del agua y el buen ambiente que hay en el parque. He llegado hasta aquí, lo que nunca había pensado, así que ahora o nunca. Menos cuarto y la veo acercarse. Es muy puntual. Me ha visto, se ha quedado parada. No le ha gustado. No le gusto.
Llevo mi mejor traje y he tardado dos horas en maquillarme. Son las menos cuarto.El cielo está impresionante, igual que el resto del paisaje. Estoy temblando, no me responden las piernas y cada paso es una eternidad. Diviso la fuente, me hago hacia la derecha para poder ver el banco.Veo un extremo, veo la mitad del banco y empiezo a ver unos zapatos negros, perfectamente arreglados. Un pantalón elegante, una chaqueta de smoquin, una camisa tan blanca como las mismas nubes y una pajarita muy bien colocada. Un ramo de rosas, una caja de bombones, una nota lila y...su cara, me suena. Es el bibliotecario. Nunca lo habría adivinado. Es guapo, alto, fuerte pero muy callado, muy reservado. Me acerco con una sonrisa, para nada estoy decepcionada, todo lo contrario. Me paro delante de él y me tiende la mano. Se la doy y con un suave pero fuerte movimiento de sus dedos la acerca a su boca y le da un beso, acto seguido me da las flores y los bombones. Leo la nota. Es mi poema favorito.