Nuestra historia se remonta en un país muy extraviado, un lugar donde sólo los valientes han llegado. Rodeado por un bosque una ciudad se encuentra, llena de cabañas en las que arden leña. Sólo una costa separa dicha isla del resto del mundo pero es tan infranqueable que los mejores marineros han perdido el rumbo.
En esta remota ciudad viven dos personas sin igual, dos grandes seres destinados a luchar, dos corazones dispuestos a sentir, dos criaturas con ganas de vivir.
Él era un apuesto caballero, cuya profesión se labró con mucho sufrimiento, quiso ser el mejor y lo consiguió combatiendo.
Ella era una simple damisela, quería pasar desapercibida y vivir entre sus letras. Nada le gustaba más que sus simples libros, sus únicos amigos.
El caballero luchó en grandes guerras y ganó la mayoría de ellas pero nunca se dio cuenta de que le faltaba ganar la más bella. Por más que lo intentó una y otra vez no supo como conquistar la cima de ese afán. Mil soldados e ilusiones dejó por el camino, se deshizo de todo lo conseguido y cuando, al verse sin nada, desprotegido, supo que jamás llegaría a su destino. Se encontraba perdido, sin saber a dónde ir y deambulando por el bosque empezó a desistir.
Mientras tanto en una remota cabaña una damisela buscaba una esperanza, una forma de vivir e imaginaba que todos los cuentos podían surgir. Imaginaba que de las páginas los personajes salían y recreaban en su vista una dulce sinfonía. Mas sola quedaba cuando el libro cerraba, callada y sin ganas seguía su jornada. Trabajar muy duro era lo que hacía mientras soñaba despierta que algún día llegaría, algún día tendría a su príncipe azul.
Una noche muy oscura, en lo más profundo de un bosque la damisela se había extraviado, no sabía por dónde había llegado y sin saber qué hacer se sentó en el regazo de un árbol a la espera de que todo fuera un engaño, de que estuviera soñando.
No sabía si se estaba equivocando pero podría haber jurado que alguien estaba llorando. Caminando con sigilo el caballero se acercó y observó el frágil llanto de aquella bella flor. Se aproximó sin más:
- Dulce dama,¿ qué le pasa?
Al levantar la mirada ella vio el valor en su mirada y él vio la dulzura en su cara.
- Extraviada me encuentro sin saber a dónde ir, caminando me encontraba hasta que terminé aquí.
Dándole la mano la ayudó a incorporarse y juntos emprendieron un viaje. Al principio parecía una vuelta a casa pero con el tiempo se dieron cuenta de que algo pasaba, el corazón de él latía muy deprisa y ella se sentía como una niña. ¿Qué son estas sensaciones? Se preguntaban ambos e ingenuos no sabían el gran amor que se estaba iniciando. Ninguno comentó nada sobre su vida, no sabían quiénes eran pero encontraron la luz que tenían perdida.
Al llegar a la ciudad ambos se quedaron sin hablar, hasta que él dijo sin más:
-Sería un honor invitarte a mi castillo, por favor, ven conmigo.
Ella sin hablar se quedó. No podía aceptar su invitación, en cuanto supiera quién era se acabaría la pasión, todo terminaría en un desagradable adiós.
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