
Sin saber por qué
te colaste en mis sueños,
te hiciste dueño
de mis pensamientos
alejando de mí
todo recuerdo,
ya fuera malo o bueno.
Te volviste autoritario,
nervioso y malhumorado,
me gritabas a diario
y parecías cansado.
No tuve culpa de tus enfados,
insultos,
golpes o arañazos,
solamente pretendía
estar a tu lado.
Demasiado tarde fue cuando reaccioné,
pues mi amor se fue con él
y lo que no es amor, también.
Condenada me tuvo
y aún hoy me retiene,
echando por un tubo
mi situación impotente.
¡Qué dolor tan grande siento
aún estando muerta,
que ni siento ni padezco
esta vida maltrecha!
No hay comentarios:
Publicar un comentario