Grita, llora, patalea y di barbaridades, que por mucho que lo intentes no saldrás de aquí. Soy tu compañero de celda y tu
peor enemigo, por que yo mismo te he metido aquí y por casualidades del destino, o no, nos ha tocado en la misma celda. Tú,
por supuesto, no sabes quién soy ni lo que he hecho pero te enterarás tarde o temprano cuando me veas en el juicio decla-
rando con una sonrisa mi crimen y afirmando ser yo el responsable de los actos que se me acusa.
¿Recuerdas aquel día cuando te dirigías en la autopista a mitad de la noche, medio borracho, con tu esposa e hijo hacia
París? Pues bien. Recuerda que discutías con tu mujer por que te daba la brasa de que siempre te emborrachabas y la deja-
bas en ridículo, ¿cierto? Pues claro que es cierto. En el momento que le gritaste a tu mujer, tu hijo de tres años te dijo:
"Papi, eres malo" y se echó a llorar. ¿Te viene a la memoria esa escena y los llantos de tu hijo, junto a las palabras
de tu mujer tranquilizándole? Tú te reíste y le llamaste nenaza y a tu mujer zorra, inventándote una historia en la cual
ella te ponía los cuernos y tu hijo no era tuyo realmente. Tu esposa lloró de dolor y deseperación. En un ataque de rabia
le gritaste: "¡Cállate ya, joder!". ¿Te suenan esas palabras? En dicho momento yo pasé con mi Mercedes por tu lado y vi
dicha imagen que para mi parecer era grotesca. Decidí dar la vuelta y cogerte de frente, con la intención de matarte por
ser tan hijo de puta y no valorar lo que tienes: una familia.
Muchas personas desean la felicidad y tú que la tenías no supiste valorarla, por eso quise matarte pero mi intento fue
en vano. Al chocar frente a frente los dos coches, hubo una pequeña pero larga explosión debido a los aceites y gasolinas.
Cuando despertaste tu mujer no respondía y tu hijo agonizaba y daba su último suspiro de vida, ¿recuerdas esas imágenes?
Cuando la policía llegó yo ya no estaba en el coche y sólo tenía unas magulladuras, poco graves, algo que se cura con un
botiquín de emergencia. Cogieron la documentación de mi coche y esperé en casa tranquilo a que vinieran a reclamarme.
Supuse que la policía al verte borracho pensaría que fuiste tú en un acto de suicidio múltiple: mujer, hijo y tú. Pero
hubo un cuarto, yo, o al menos creerían que lo lograste. Al hacerme las preguntas dije que los dos habíamos chocado con mi
mera intención de matarte por dichas razones. Con lo cual los dos fuimos acusados, yo por intentar matarle y por el asesi-
nato de dos personas y tú por conducir borracho.
Aún el juicio no se ha celebrado y llevamos unas horas hablando. Me has contado todo lo que ha pasado pero eso yo ya lo sé,
aunque no he querido decirte nada, por supuesto, quería que te cogiera de lleno.
El día del juicio, cuando declaraste y bajaste del estrado, me llamaron a mí y tú al escuchar mi declaración tu cara se
quedó a cuadros, sobre todo al escuchar estas palabras: "Yo quise matarle y no me arrepiento de todo lo que he hecho".
Creías que era tu mejor amigo y ya ves lo que ha pasado. No sabes en quién puedes confiar y tú te has pasado de listo, no
vuelvas a cometer el mismo error, amigo. Ahora, por un fallo tuyo han pagado tus seres queridos y encima estás en la cár-
cel, ¿te parece poco, colega?

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