Me llamo Gabriel, tengo siete años y soy de Madrid. He nacido y criado en esta ciudad. Todos los días voy al parque con mi mamá por que me gusta una chica, una chica realmente guapa pero muy solitaria. No habla con nadie, juega sola y no viene con sus papás. Mi mamá dice que es rara, que esa niña no es buena compañía, pero no la entiendo, a mí me parece guapa por que su cara parece la de un ángel. Aunque siempre que me acerco a hablarle pasa lo mismo: me mira, baja la mirada, enrojece y se va. No sé a dónde, pero se va del parque y no vuelve. Hasta el día siguiente no vuelve. Hace eso con cualquiera que le habla y siempre va a la misma hora al parque. No sé qué hacer para que me haga caso, me gusta.
La he visto. Es la misma chica solitaria que llevo viendo desde que tengo uso de razón. Esa chica que me trae loco pero que no hay forma de hablar con ella. Ya somos adolescentes y por lo que parece tiene mi misma edad. Está en mi instituto, en mi misma clase y ni los profesores son capaces de hablarle. Aún no he visto a nadie de su familia. Bueno, ni yo ni...nadie, es muy raro. Sigue siendo tan guapa como antes, incluso, me atrevería a decir que mucho más. Es hermosa, preciosa, mejor que una princesa con sus mejores galas, está más bella cada día que pasa. Mis intentos, más de mil por hablar con ella han sido todos fallidos. ¿Qué carajos le pasará a esta preciosidad de chica para estar así? Según mi madre dice que sobre ella pesa la peor de las maldiciones: cargar con toda una familia enferma. Es una lástima por que como su propia cara y nombre dicen, es un ángel.
Hemos hablado. Me ha saludado. He pasado por su lado y por primera vez no la he saludado y se ha soltado ella. Me he sentado a su lado a la hora del almuerzo y aunque la conversación ha sido más bien corta me ha hecho caso, no ha salido corriendo ni se ha quedado callada. Estoy pletórico y algo dentro de mí me hace saber que esto sólo acaba de empezar. Ojalá no me equivoque por que...realmente, me gusta, estoy enamorado de Ángela.
Somos amigos o al menos eso es lo que me parece a mí. Hablamos constantemente, salimos de vez en cuando y cada día se suelta más conmigo. Dice que le doy seguridad y que soy el único que ha insistido en hablarle y tener algún contacto con ella. Sé que no es fácil pero voy a por todas y de momento no veo ninguna puerta cerrada. Que sea lo que Dios quiera.
Llevamos seis meses siendo amigos y me sé su vida entera, al igual que ella la mía. Mi amor por este ángel divino no ha derramado ni una gota, sigue tan vivo y reluciente como el primer día y ella, oh, ella, está cada día más bella pero en sus ojos se ve una tristeza muy grande, un fuerte pesar. Ojalá pudiera quitarle algo de encima pero no me deja ayudarla.
Lo he conseguido. Le he dicho que desde ese día, el primer día que la vi en el parque me enamoré perdidamente de ella y que me dejara, por lo que más quisiera en este mundo aunque sea intentarlo, demostrarle mi amor y lo muy feliz que puede ser conmigo. Al principio estuvo algo receptiva pero ha aceptado, ya que en sus ojos, por primera vez vi un atisbo de felicidad; felicidad y amor.
Me ama. Llevamos juntos cinco años y ese brillo en sus ojos aún sigue latente. No hay día que pase que no le demuestre mi amor, por que se lo merece, es el ser más hermoso, bello y generoso que he visto y veré jamás. Mi amor por ella no morirá nunca y ella me corresponde. Al fin, la vida nos sonríe.
Soy viejo pero lleno de felicidad. Tengo a Ángela por esposa, a Michael y Sofía por hijos y a Robin, Estrella, Estela, Daniel y Abraham por nietos. Tengo todo lo que puedo pedir, ¿qué más quiero? Puedo irme tranquilo cuando llegue mi hora y todo gracias a mi verdadero amor, a ese que nunca dejaré de amar por que mi amor por ella es para siempre e infinito. Luchando se consigue todo lo que te propongas.

La he visto. Es la misma chica solitaria que llevo viendo desde que tengo uso de razón. Esa chica que me trae loco pero que no hay forma de hablar con ella. Ya somos adolescentes y por lo que parece tiene mi misma edad. Está en mi instituto, en mi misma clase y ni los profesores son capaces de hablarle. Aún no he visto a nadie de su familia. Bueno, ni yo ni...nadie, es muy raro. Sigue siendo tan guapa como antes, incluso, me atrevería a decir que mucho más. Es hermosa, preciosa, mejor que una princesa con sus mejores galas, está más bella cada día que pasa. Mis intentos, más de mil por hablar con ella han sido todos fallidos. ¿Qué carajos le pasará a esta preciosidad de chica para estar así? Según mi madre dice que sobre ella pesa la peor de las maldiciones: cargar con toda una familia enferma. Es una lástima por que como su propia cara y nombre dicen, es un ángel.
Hemos hablado. Me ha saludado. He pasado por su lado y por primera vez no la he saludado y se ha soltado ella. Me he sentado a su lado a la hora del almuerzo y aunque la conversación ha sido más bien corta me ha hecho caso, no ha salido corriendo ni se ha quedado callada. Estoy pletórico y algo dentro de mí me hace saber que esto sólo acaba de empezar. Ojalá no me equivoque por que...realmente, me gusta, estoy enamorado de Ángela.
Somos amigos o al menos eso es lo que me parece a mí. Hablamos constantemente, salimos de vez en cuando y cada día se suelta más conmigo. Dice que le doy seguridad y que soy el único que ha insistido en hablarle y tener algún contacto con ella. Sé que no es fácil pero voy a por todas y de momento no veo ninguna puerta cerrada. Que sea lo que Dios quiera.
Llevamos seis meses siendo amigos y me sé su vida entera, al igual que ella la mía. Mi amor por este ángel divino no ha derramado ni una gota, sigue tan vivo y reluciente como el primer día y ella, oh, ella, está cada día más bella pero en sus ojos se ve una tristeza muy grande, un fuerte pesar. Ojalá pudiera quitarle algo de encima pero no me deja ayudarla.
Lo he conseguido. Le he dicho que desde ese día, el primer día que la vi en el parque me enamoré perdidamente de ella y que me dejara, por lo que más quisiera en este mundo aunque sea intentarlo, demostrarle mi amor y lo muy feliz que puede ser conmigo. Al principio estuvo algo receptiva pero ha aceptado, ya que en sus ojos, por primera vez vi un atisbo de felicidad; felicidad y amor.
Me ama. Llevamos juntos cinco años y ese brillo en sus ojos aún sigue latente. No hay día que pase que no le demuestre mi amor, por que se lo merece, es el ser más hermoso, bello y generoso que he visto y veré jamás. Mi amor por ella no morirá nunca y ella me corresponde. Al fin, la vida nos sonríe.
Soy viejo pero lleno de felicidad. Tengo a Ángela por esposa, a Michael y Sofía por hijos y a Robin, Estrella, Estela, Daniel y Abraham por nietos. Tengo todo lo que puedo pedir, ¿qué más quiero? Puedo irme tranquilo cuando llegue mi hora y todo gracias a mi verdadero amor, a ese que nunca dejaré de amar por que mi amor por ella es para siempre e infinito. Luchando se consigue todo lo que te propongas.
