viernes, 7 de junio de 2013

Siento tu final

 El amor he encontrado
 y tú solo te has quedado.
 Siempre qe me llamabas
 me vacilabas.
 Me prometías cielo y tierra
 y luego me dejabas sin nada.
 Me utilizabas
 y conmigo jugabas,
 creyendo que siempre
 caería en tu trampa.
  ¡Qué gran desilusión
 al ver que tu tiempo acabó!
 He encontrado a otro hombre
 que me ama y me corresponde.
 Tiene todo lo que tú nunca tuviste
 y me da todo lo que nunca me diste.
 Amor, romanticismo,
 cariño y pasión.
  No sabes qué pena me das,
 solo estás
 y nadie lo podrá remediar.
  Aún me amas
 y de ello te darás cuenta
 pero conmigo no vuelves a jugar,
 ahí te quedas,
 aprendiendo el significado de la palabra llorar.



Quiero

Quiero olvidarte
 por más que me cueste,
 quiero sacarte
 de esta endomoniada mente.
  Quiero alejarte
 por qe no me convienes,
 quiero que te marches
 y nunca más me esperes
  Quiero esto
 por que ya me harté de ti,
 de tus estúpidos juegos
 y quiero ser fezliz.
  Quiero que no vuelvas a hablarme,
 que de tu agenda no olvides borrarme
 por que de ti no quiero saber más,
 cuando me llamabas siempre corría hasta donde estás.
  Hoy eso se acabó
 por que he encontrado a mi verdadero amor
 y me da igual que lo sientas
 o te cause dolor.
  Hoy
 te digo adiós.


Fantasía




Quiero volar
 hacia un mundo de fantasía
 donde se confunda
 la noche con el día.
  Quiero soñar
 que cabalgo un unicornio
 y ser feliz
 a su lomo.
  Quiero reír
 como nunca lo he hecho
 y contarle a la Luna
 todos mis secretos.
  Quiero disfrutar
 del calor del Sol,
 que me arropará
 como un padre con su amor.
  Quiero soñar
 que esto es realidad,
 que mi mundo imaginario
 es de verdad.
  Quiero vivir
 y dejar de sufrir,
 vamos conmigo
 a un mundo sin fin

Tu propio calor






  Tu propio calor
 es prueba de tu gran amor,
 de tu pasión,
 fuego y ardor.
  Tu propio calor
 es símbolo de honor,
 tienes tu propio sabor
 y aumenta con cada gota de sudor.
  Tu propio calor
 me produce delirios
 e imagino que soy un niño
 al que coges con cariño.
  Tu propio calor
 es un martirio,
 un castigo de dolor
 que a penas tiene color.
  Tu propio calor
 es mi suplicio,
 la ayuda que necesito
 y tanto admiro.

Enséñame

Enséñame a ser delicada
 como una rosa,
 como una leona domada
 o como una bella prosa.
  Enseñáme a amar
 como lo hacen los tortolitos,
 como si fuera un pajarito,
 hazlo con cuidado y despacito.
  Enséñame a reír
 como si fuera la última vez,
 quiero sentir
 que el mundo es para mí.
  Enséñame a no ser material,
 a cuidar el interior
 y no el exterior,
 a valorar cada aspecto especial.
  Enséñame a vivir
 por que la vida se ha echo para mí
 y siento que malgasto el tiemp
 perdiendo todo lo bueno.
  Enséñame a ser feliz,
 enséñame a cuidar de mí.


Eres tú

Eres tú
 el que me ama cada noche,
 el que me hace enloquecer,
 el que la memoria me hace perder
 y el que evita todos mis derroches.
  Eres tú
 el que me llama,
 el que siento que su cuerpo
 me reclama,
 el que aparece en mis sueños.
  Eres tú
 el que no deja de amarme,
 haciéndome sentir grande
 y perdonándome mis defectos
 haciéndolos perfectos.
  Eres tú
 el que elogia mis virtudes,
 el que cree mis verdades
 y desmiente mis falsedades,
 haciéndome sentir amor a raudales.
  Eres tú
 al que yo amo,
 al que siempre llamo
 y al que necesito
 en cada suspiro.
  Eres tú
 al que anhelo,
 al que deseo,
 al que pienso
 y por el que me muero.
  Eres tú
 al que intento enamorar,
 al que deseo engatusar
 para que no te alejes de mí
 y poder descansar en ti.
  Eres tú
 al que no puedo olvidar,
 esté donde esté
 en mi mente vivirás
 por que me enseñaste a amar.


Juegos inquietantes






Me llamo KLM63 y mi mayor afición es torturar a la gente. Suelo escoger a personas al azar, a las que me llame la atención su manera de caminar, de hablar, de mirar...etc. Hoy tengo a tres nuevas caras en mis lindas guaridas, esperando cada una a por su castigo merecido. ¿Que por qué torturo a la gente sin que
me hayan hecho nada? Pues no lo sé. Puede que se deba a algo psicológico y traumático de mi infancia,
donde mi sagrado padre me azotaba con un látigo, me encerraba durante días y me daba excrementos y
orines para comer y beber. ¿Cómo sobreviví? Ni yo lo sé. Estaría bien olvidar el paso y dejar todo atrás pero por desgracia torturar a la gente me alivia, me hace sentir bien. También, por desgracia para mis presas nunca superan los obstáculos tan sencillos que les pongo y mueren.
  Para jugar siempre me pongo una capucha totalmente negra que me cubre la cara, una bata
que no deja ver mi cuerpo, guantes y por si acaso, para no dejar cabos sueltos, una máscara que no deja ni
ver los ojos, sólo tiene un pequeño agujero con la medida exacta de la pupila para ver y que vean lo
estrictamente necesario en el caso de que despierten antes de lo que esperaba. Grabo a todas mis presas
para tenerlas de recuerdo. Suelo meterlas en una habitación insonorizada y bien cerrada.
  
  Va siendo hora de jugar. He escogido a tres personas.
  Nuestra chica se llama Giselle y la vi por la calle hace dos días. Tenía un andar muy coqueto, segura de sí misma, pero no fue eso lo que me llamó la atención. Fue su cara. Su mirada, para ser más claros. Era triste, la más triste que he visto jamás, pero también en ella había furia, furia como la de los titanes y decidí que tendría que participar en mi juego.

  Me despertó un fuerte golpe. Me sentía aturdida y perdida. No recuerdo qué pasó ni donde estoy.
 Es una habitación completamente blanca, parece como de un manicomio. No hay ventanas y la única salida es una puerta de acero llena de candados y cuerdas que se abren desde fuera. Echando un vistazo a la habitación veo una caja fuerte con un cuchillo y una nota. Huele espantosamente mal y la habitación es muy grande. Me dirijo hacia el olor y veo tres animales: un gato, un cerdo y una serpiente. Vuelvo a donde desperté y cojola nota. Me viene algo a la memoria: un hombre, o una mujer, no lo recuerdo. Sé que me agarró y me forcejeó, no recuerdo más. Lo siguiente es estar aquí. Comienzo a leer la carta escrita a máquina desesperadamente:  "Hola, Giselle. Estoy feliz por que vas a participar en la experiencia de tu vida. Vamos a divertirnos mucho. ¿Conoces el juego de la tortura? Bien, pues yo te torturaré y tú serás la torturada. Delante de ti tienes  una caja fuerte que contiene una bomba. La bomba se activará en cuanto vea que terminas de leer esta nota. Sí, te veo, Giselle y te veo muy bien. Para abrir la caja y desactivar la bomba necesitas tres números que son la combinación para tu libertad. Esos tres números están en cada cuerpo de los animales que has visto. El  cuchillo te ayudará a encontrar las tarjetas plastificadas que se encuentran dentro de ellos. Ah, por cierto, querida Giselle, la bomba está programada para que en dos minutos estalle. Ha sido un placer, Giselle".
  ¿Qué? Esto debe ser una broma. Tiro la tarjeta y escucho un leve tic-tac que sale de la caja. Me
 acerco y lo escucho más claramente. ¡Joder, es una puta bomba! ¡Me ha raptado un puto psicópata! Cojo el cuchillo y doy vueltas desesperadas. No soy capaz de matar a nadie, ¿cómo voy a matar a tres animales?
También son personas. ¡Joder! O ellos o yo. Me acerco al cerdo y me mira con cara de asustado, no voy
a ser capaz. Doy media vuelta y me acerco a la serpiente. Dios, este bicho acojona pero es más fácil para mí matarle a él primero. Doy unos pasos para atrás y cogiendo carrerilla me lanzó contra ella y la acuchillo. La abrí en canal entre sollozos. Vi la tarjeta y la cogí. De repente el tic-tac se vuelve más rápido. ¡Joder, el  tiempo! ¡Sólo eran dos minutos! Me lanzo contra el cerdo y luego contra el gato con todo el dolor de mi corazón, pero cuando estoy a punto de introducir el segundo número el tic-tac cesa y me quedo inmóvil, ¿qué pasa? Seguidamente oigo un pequeño siseo y exploto por los aires.

  Vamos con el segundo. Al segundo lo encontré por el centro comercial y trataba de ligar con una chica, fue algo muy penoso. Lo más penoso que he visto en mi vida, por eso decidí traérmelo aquí. Se llama Arthur y es flacucho y alto como un pino. Al encender la cámara para espiarle y ver su tortura aún dormía. Le tenía una bonita sorpresa preparada y le iba a encantar.
  Me desperté por sentir el frío suelo contra mi espalda, metiéndose por todo mi cuerpo. Lo primero que vi fueron las cuerdas que me ataban de pies y manos a una jaula de tamaño desmesurado. Es como si
la hubieran hecho a medida para un humano. Era grande y de hierro oxidado. Al mirarme para comprobar si tenía heridas me acordé de la persona que me atacó, aunque no recuerdo su imagen ni su sexo. Me pegó y me trajo hasta aquí. Estoy desnudo, me ha quitado toda la ropa. Tengo un fuerte dolor de cabeza, debido a un golpe, seguramente. Delante de la jaula, en la oscuridad, escucho como a bichos trajineando. De  repente una luz se enciende al fondo de la habitación y me percato de que el ruido viene de de una caja llena de sanguijuelas. Seguidamente, empiezo a escuchar una voz distante, como hecha por ordenador:
  "Hola Arthur, ¿bonito despertar? Espero que tu jaula sea lo bastante bonita por que en ella pasarás los mejores momentos de tu vida. Te he atado aunque realmente no hacía falta, pero así da más emoción.
Me gusta torturar a la gente y tú eres mi presa hoy. La jaula en la que estás encerrado lleva un candado
especial en la parte superior y debido a tus ataduras y a la altura de la jaula, que son tres metros, no saldrás
de ahí. Los barrotes son fuertes y el grosor entre cada barrote no es lo suficientemente grande para que
pases ni siquiera un pie, pero...estoy seguro que las personas que hay en la caja que tienes delante, podrán
pasar sin problemas. Un gusto enorme, Arthur".
  ¿Qué coño es esto? ¿Van a matarme? ¿Por qué? Las sanguijuelas están empezando a acercarse a la jaula. Intento escalar pero es imposible. ¿Qué he hecho para acabar así? Noto que la primera me sube por la
pierna y empieza a meterse por mi piel. Siento cómo empieza a chuparme la sangre, a dejarme sin fuerzas y cuando sus amigas entran en acción me desmayo y caigo en el suelo. En mi último aliento veo que el techo de la jaula se abre y con mis últimas fuerzas intento subir hasta ella, pero algo me atrapa el pie, siento una mordida y al mirar de nuevo hacia el suelo no veo nada. Siento que la vida me abandona y... me voy.

  Queda una persona, una persona muy especial. Le conocí en un bar de copas, muy entrada la noche. No sé si llamarla chica o chico, ya que era un travesti.
La única luz que entraba por una ventana casi en el techo me cegaba. Desperté aturdida, sin
saber dónde me encontraba. La noche anterior había bebido demasiado y mira dónde estoy ahora por eso.
Juro no beber más en cuanto salga de aquí. Decido dar una vuelta por la habitación en busca de una puerta
pero no encuentro nada, parece que la única salida es la ventana que está rozando el techo. En un rincón
huele realmente mal, tropiezo y caigo. Cuando mi vista se adapta a la oscuridad me percato de que he caido encima de alguien. Al alzar las manos veo que tengo sangre y busco desesperadamente la razón. ¡Estoy rodeada de gente muerta y completamente abierta! Noto que una grabadora se pone en marcha y oigo la voz fina de alguien que ha aspirado el aire de un globo. No sé si es un hombre o una mujer.
  "¿Qué tal, Zoe? Me lo pasé muy bien anoche en el bar, hasta que descubrí quién eres realmente. No
 tengo nada en contra de las personas que se operan el sexo y deciden ser quienes no son realmente, pero ese es un tema que no nos incumbe ahora mismo, ¿no crees? Te estarás preguntando cómo y por qué estás aquí. Bien, pues estás aquí para jugar, para pasar un buen rato y para darte la oportunidad de salir con vida de aquí o morir. La única salida, como ya has comprobado es una ventana a la altura del techo. La habitación mide veinte metros de alto y a los ocho metros tiene unas aberturas que te ayudarán a seguir el camino hacia la libertad. Te preguntarás: ¿y cómo escalo los otros metros, hasta llegar a las aberturas? Buena pregunta. Los cuerpos muertos que tienes por ahí te serán de gran ayuda si los amontonas y subes por ellos. Te deseo mucha suerte, Zoe, pero se me olvida algo muy importante. En esa habitación he esparcido por todo el aire que llevas respirando un gas nocivo que si se respira cierto tiempo, produce la muerte. Tu organismo se deteriorará. Suerte, Zoe, por que no te queda mucho tiempo".
  ¿Qué cojones es esto? ¿Es una broma o qué? Me siento bastante mareada y con ganas de vomitar,
no sé si es por el olor y la imagen de todos esos cuerpos o si es por el jodido gas que el lunático o lunática ha metido aquí adentro, en el caso de que sea verdad. Seguro que es una broma pesada, como todas las que me
hacen, pero esta se lleva el premio gordo. Me siento en el suelo y apoyo la cabeza contra la pared, cierro los ojos y me duermo. Me despierto al cabo de poco vomitando sangre y me doy cuenta de que realmente no es una broma. Nadie me sacará de aquí, a menos que haga lo que me ha pedido. Así que intento levantarme pero caigo en el suelo. No tengo fuerzas. Aun así me deslizo hasta los cuerpos y poco a poco los arrastro hasta que quedan debajo de la ventana. No sé cuánto tiempo pasa hasta que los amontono todos, pero consigo con mis últimas fuerzas subir por ellos. Al cabo de varias paradas diviso un entrante en la pared, que debe de ser mi ayuda para seguir escalando. Unos centímetros más arriba veo otro y así empiezo a escalar. Hasta que me entra de nuevo la tos y vuelvo a sangrar, me siento mucho peor. Siento que me muero y antes de darme cuenta mi cuerpo se ablanda, se suelta y cae al suelo, dando un fuerte golpe que anuncia mi muerte.

Matando por chocolate.

¿Sabéis el dicho de que por amor se hace de todo? Pues yo lo confirmo. Yo he llegado hasta
límites impensables por amor y que hoy me pesan como la piedra más grande. Me cegué y me arruiné.
  Conocí a un hombre. Un hombre de color, como se les dice. Me llamó la atención su gran
complexión: alto, apuesto, fornido pero no muy musculoso, un rostro firme y seguro, una sonrisa
pícara, una mirada impenetrable y unas manos fuertes.
 Si ese mismo día me hubieran dicho que me enamoraría de un hombre a primera vista, me hubiera reído sin dudarlo, pero mira qué casualidad, así pasó. Le vi en la cafetería donde trabajo. Entró,
se sentó y pidió un esspreso doble, los que a mí me gustan y se dio cuenta de que le miraba como una
tonta, como si fuera una niña admirando a su ídolo. Ese día no paré de pensar en mi hombre de
chocolate y me arrepentí de no haberle pedido, al menos, su número de teléfono; me había calado hondo y no volvería a verle, o eso creía yo, pero volvió al día siguiente y pidió lo mismo. Al recoger la cuenta de su esspreso me percaté de que había un papel que no era el recibo y lo abrí, ponía: "Te espero esta noche en el restaurante de aquí al lado a las ocho, sé puntual. Marco". Me quedé helada, ¡había conseguido una cita con él y sin abrir la boca! Salí corriendo de trabajar cuando acabó mi turno y me puse
lo más elegante que pude, aunque me llevó horas.
  La cena fue espléndida: la comida, deliciosa, él, rebosante de belleza. Nos conocimos y supe
que era el hombre de mi vida, era igual que yo. Teníamos los mismos gustos y aficiones, así que volvimos
a quedar. Al cabo de una semana ya éramos pareja oficial y los dos estábamos muy a gusto. Pero como
se suele decir: "lo bueno dura poco y lo mejor menos", así que empezaron los problemas.
  Un día al salir de trabajar habíamos quedado en el parque de la fuente y acercándome hacia él vi como una mujer rubia, alta, delgada, guapísima y radiante se acercaba a él y le pretendía, se hacía la
coqueta y quería llevárselo. Me quedé estupefacta, no me moví del sitio y experimenté un sentimiento que
antes jamás había conocido: celos. Estaba que echaba humo por que esa mujer, esa mujer perfecta podía llevarse a mi hombre con sólo un movimiento de su dedo. ¿Por qué iba él a escogerme a mí ante tanta
belleza? Pensando yo esto, él se giró y me vió y rápidamente la rubia se fue por donde vino.
  Esa tarde estuve muy seria y confusa y él hacía todo lo posible por animarme y me propuso quedarme en su casa, así que mientras él se duchaba preparé la cena y me percaté de que encima de la mesa habia un papel perfectamente doblado. Como la curiosidad mató al gato lo abrí y qué cara la mía al encontrar
un nombre de mujer y un teléfono. Enseguida me vino a la mente la rubia perfecta y decidí llamar. Al
segundo tono contestó y supe que era ella. Tenía que hacer algo. Él no me había comentado que le dio su número y ella iba a saco por él, estaba claro. Así que me hice pasar por su secretaria y la cité para el día
siguiente por la noche, en un restaurante algo apartado.
  Con él hice como si nada hubiera pasado y esperé impaciente el día siguiente. No tenía ni idea de
lo que iba a hacer pero algo se me ocurriría. En parte me arrepentía por no confiar en él, pero me era imposible, ¿por qué no me lo había contado? ¿Por qué me dice que me quiere y aún conserva ese jodido número? ¿Se le habrá olvidado y pretendía tirarlo más tarde? No lo sé. Sólo sé que mis celos son más fuertes que yo y me impulsaron a hacer algo espantoso.
  Llegué al restaurante media hora adelantada, por si acaso, y a los diez minutos la vi llegar; es puntual. Cuando entró y vi que la llevaban a la mesa reservada con su nombre entré y me senté frente a ella.
 Así transcurrió la conversación:
  -Perdona, pero ese asiento está ocupado. Estoy esperando a alguien.
  -Lo sé, yo soy tu acompañante.
  -No, te has confundido, estoy esperando a un hombre.
  -Sí, a mi hombre, pero él no va a venir.
  -Pero su secretaria me dijo...
  -No hay ninguna secretaria, fui yo la que te citó y ese hombre al que esperas es mío. Vi cómo
te lo metías en el bolsillo en el parque y no pienso permitir que una Barbie como tú me lo quite, ¿entendido?
  -Oye, creo que te estás equivocando. Él me dijo que no tenía novia, si no no hubiera seguido hablando con él y no le hubiera dado mi número.
  -Ya, claro, él te lo negó.
  Lo siguiente que pasó no lo recuerdo bien. Sólo recuerdo despertarme en la espesura del bosque que hay detrás del restaurante. Me despertó un fuerte olor, un olor a podrido y alguien comiendo desesperadamente, como un animal hambriento. Me dirigí unos metros más allá y detrás de un arbusto un lobo se comía el cuerpo ensangrentado y lleno de puñaladas de la rubia perfecta. Me llevé las manos a la cara para ahogar mi grito pero salió al ver que mis manos estaban manchadas de su sangre. Corrí hasta donde me había despertado y encontré un cuchillo de cocina igual de ensangrentado, guantes, una mochilla, paños, agua y ropa limpia. La había matado, mis celos me la habían jugado y había matado a una persona. Me lavé y me cambié rápidamente y volví a mi casa. En varios días no aparecí por el trabajo y a él no le respondí al teléfono ni a las desesperadas llamadas en la puerta.
  No sabía qué hacer. ¿Se lo contaba? ¿Me lo callaba? ¿Y si encontraban el cuerpo? ¿Y si encontraban mis huellas? ¿Y si he dejado pistas? Todo era una nube gris, grande y fea. Hasta que tomé la decisión más importante que jamás me halla planteado. Le llamé, le dije que quería verle, que teníamos que hablar. Luego, llamé al  trabajo y lo dejé, preparé las maletas, saqué mis ahorros del banco y compré un billete al otro lado del mundo, en la ciudad más alejada que pude encontrar.
  Al llegar al parque de la fuente le vi sentado en el que antaño fue nuestro banco, en el que nos dimos
la mano, nos besamos por primera vez. Ese banco tiene recuerdos muy hermosos, secretos que nadie sabe y promesas de amor eternas. Me acerqué y le conté lo que había hecho, le dije que había econtrado la nota, que me había puesto como una furia y que la había citado, matándola finalmente. Él no dijo nada, sólo calló. Y al cabo de un rato, dijo algo que me partió en dos, algo en lo que nunca había reparado:
  -¿No te dabas cuenta de que te quería a ti? Es cierto que era bella, lo tenía todo pero tú eres todo lo que
yo deseo y te demostré que te amaba a ti quedándome contigo. Es cierto que conservé su número, pero por que se me olvidó deshacerme de él. Todo este tiempo contigo ha sido el mejor de mi vida y me dan igual cuantas  mujeres hermosas prometan cielo y tierra por mí, te amo y eso no lo cambia nada ni nadie. Sin embargo, en el  amor hay ciertos límites que no hay que traspasar y tú has hecho algo imperdonable, has matado a alguien. Con todo el dolor de mi corazón, esto ha acabado.
  Sabía que nuestra bella historia de amor acabó el día que la maté pero ahora que esas palabras salen de
su boca, duele mucho más.
  Esa noche cogí mi equipaje y me marché lejos de la única persona a la que he amado toda mi vida.




Mi manjar

Eres la luz
 en mi túnel azul.
  Eres mi estrella brillante
 en mi cielo radiante.
  Eres el Sol
 que calienta mi piel,
 el que derrite
 el chocolate del placer.
  Eres la Luna
 que alumbra y sigue mis pasos,
 arropándome en cada abrazo
 y dejándome dormir en sus brazos,
 apoyada en su regazo.
  Eres el aire
 que me roza,
 provocando el movimientos
 de las hojas,
 haciéndome temblar,
 reír y llorar.
  Eres la comida
 que entra en mi boca.
 Te degusto y te lamo,
 te acaricio y te deshago
 y finalmente,
 de ti me empapo.